Una historia de viaje por Guatemala

29 de Junio 2015

Un vistazo de cerca a las historias que nacen al viajar por las bellezas de Guatemala. Un relato, una aventura. El verde esplendor de Tikal

El verde esplendor de Tikal Estaba fría el agua cuando Carolina decidió bañarse a las 5:30 a.m. La sintió más fría que de costumbre. Tal vez porque no se sentía bien con todo el alboroto del viaje. Su amiga Rosario la había invitado hacía un par de semanas con el fin de levantarle el ánimo y aunque había aceptado entusiasmada, ahora Carolina tenía un raro presentimiento.

Tikal, primera parada

Fue de las primeras en llegar al punto de reunión, subió rápidamente al autobús, se colocó unos audífonos y se durmió hasta llegar a su destino. Tikal era un sitio arqueológico al que nunca había ido. Enclaustradas en medio de la selva tropical petenera en el norte de Guatemala a 488 km. de la Ciudad Capital se encuentran estas majestuosas ruinas mayas construidas cerca del año 500 D.C. por esta grandiosa civilización.

Inesperada sorpresa...

Incomparable vista de la majestuosa Tikal, desde el Templo IV

Incomparable vista de la majestuosa Tikal, desde el Templo IV Era el lugar perfecto para olvidar la rutina y dejar atrás el pasado. Sin saber que aquí el pasado siempre regresaba, tal vez porque allí se esconde el pasado del mundo. No creyó encontrarlo de nuevo, menos allí. En medio de aquella selva verde, de altas ceibas, calor intenso y animales exóticos. Fue de las primeras en subir a lo más alto del Templo IV, el más alto de Tikal. 


La belleza del paisaje era incomparable. Se sentía en las nubes, admirando esa gran selva verde a su alrededor, cuando oyó a sus espaldas que alguien la llamaba.

¿Carolina, eres tú? – Y reconoció enseguida la voz.
Era Fernando, el hombre que había conocido y amado 2 años atrás, pero que luego le había roto el corazón. No supo qué decir. Por un momento quedó paralizada. Sin respiración.
Fernando, ¿Qué haces aquí? – contestó sin saber que más decir.

Me invitaron a pasar el fin de semana aquí. No creí encontrarte por estos rumbos. - ¿Cómo has estado? - ¿Cómo te va?
Ella seguía sin saber que decir. Sentía un torbellino de emociones. El corazón se le quería salir del pecho. Aún lo quería pero le había hecho mucho daño.

Fue un viaje a Monterrico lo que unió sus vidas.

Playas de Monterrico ideales para el descanso

Playas de Monterrico ideales para el descanso Monterrico es una de las bellas playas de arena negra de origen volcánico, ubicada en la Costa Sur guatemalteca. Ideal para relajarse en una hamaca, con la brisa fresca del mar acariciándote la piel. También es ideal para surfear, broncearse y hacer actividades nocturnas, como bailar o ver desovar a las Tortugas marinas.
Había ido de vacaciones con sus amigos y como eran muchos decidieron irse en bus. Monterrico está situada a 125 km. de la Capital. Tomaron el bus hacia La Avellana, el que pasa por la carretera Internacional CA-95 y luego el Ferry. 


El viaje fue de aproximadamente 3 horas, pero la compañía de los amigos y los bellos paisajes hicieron que el tiempo pasara sin ella darse cuenta.
Amigos de Carolina disfrutando de la Vida Nocturna en Monterrico

Amigos de Carolina disfrutando de la Vida Nocturna en Monterrico Estaba en medio del famoso baile de grupo con sus amigos, moviéndose al ritmo del regueatón, la música de moda, cuando vio a Fernando y le sonrió. Le pareció un hombre muy guapo. 


Él enseguida devolvió la sonrisa con algo de picardía y se acercó a ella. Hablaron y bailaron toda la noche. Desde entonces se volvieron inseparables. Fue una semana inolvidable. Se bañaron juntos en aquellas playas hermosas, salieron a bailar música latina, navegaron por el canal de Chiquimulilla en Ferry, atravesando los manglares, admirando las bellezas naturales del lugar, aves acuáticas y plantas de todo tipo. Al momento de regresar a la Capital ya estaban tan enamorados que era imposible separarlos.

Y así siguieron por espacio de año y medio.
El Paseo en Ferry por el canal de Chiquimulilla es ideal para apreciar la fauna acuática

El Paseo en Ferry por el canal de Chiquimulilla es ideal para apreciar la fauna acuática Fernando era un temerario: hacía todo tipo de actividades extremas. Era un gran amante de la naturaleza, algo extraño para un joven empresario de una agencia de publicidad.  Había fundado la empresa 3 años antes con dos de sus amigos de la universidad. Ponía alma, vida y corazón en sus anuncios con tal de satisfacer a cada uno de sus clientes. Su única distracción eran los deportes extremos que practicaba los fines de semana. Pero ahora Carolina se había convertido en el centro de su vida. 


Ella era una dedicada estudiante de medicina, temerosa del campo y los deportes riesgosos. Odiaba a las serpientes y todo tipo de bichos, pero amaba tanto a Fernando que nada de esto importaba con tal de estar a su lado.

El primer viaje juntos fue a San Pedro La Laguna en Atitlán

Vista del Lago de Atitlán desde San Pedro La Laguna

Vista del Lago de Atitlán desde San Pedro La Laguna El recorrido fue corto, aproximadamente 3 horas. San Pedro es un pueblito ubicado en el corazón del Lago de Atitlán, en Sololá, se encuentra a 147 kms. de la Ciudad Capital. De fácil acceso por la carretera interamericana hacia Sololá. 

Fueron en el auto de Fernando pero él se perdió. Ella se divertía de verlo tan serio al volante, un poco preocupado por perderse pero solemne al preguntar la dirección correcta. Y claro que al final llegaron a su destino sin volver a perderse, pues las explicaciones fueron claras, ya que la gente de Guatemala es amable y siempre dispuesta a ayudar al turista. Así siguieron durante algún tiempo, viajando por toda Guatemala y cultivando su relación. Se amaban enormemente. Él la llamaba solo para desearle buen día, pensaba en ella a cada hora y cada vez que él hacía un viaje la sorprendía con un regalo: Mazapán de Amatitlán, muñecas quitapenas de La Antigua, Anillos de Jade de Petén, Dulces de Esquipulas, una playera de Panajachel, etc.

Ella lo adoraba. Lo complacía en todo y era muy cariñosa con él. Le enviaba mensajes chistosos tan solo para hacerlo reír, le preparaba su comida favorita, estaba siempre pendiente de él y su familia y le hacía regalos que podían servirle en su negocio, cámaras fotográficas o de video, grabadoras, accesorios para sus computadoras, etc.

Eran la pareja perfecta

Aunque eran diferentes se complementaban muy bien. Pero de pronto todo cambió. Se peleaban por todo. La rutina los tenía hastiados y se fueron alejando sin querer. Cometiendo errores para terminar con todo, sin saber que el Amor es para siempre. Terminaron peleados por diferencias tontas, enojados por lo que el otro hacía, por actitudes que no querían cambiar; olvidando que fueron esas actitudes y detalles lo que amaban en el otro y lo que los había unido. Juraron no regresar nunca pero aún se amaban, se extrañaban, se pensaban. 

Aunque siempre ocultándolo, tratando de no sentir nada, de olvidarse y no pensar. En el fondo les dolía estar separados porque se querían y sabían que debían estar juntos. El Destino. Cada uno continuó con su vida, con su rutina, con su "camino", según ellos. Tratando de no recordarse, de olvidar. Y por un tiempo lo consiguieron. Hasta hoy que la vida los ponía frente a frente.

De vuelta al momento en Tikal...

Bajaron del Templo IV conversando sobre sus respectivas vidas. ¿Qué has hecho en todo este tiempo? - ¿Te casaste?
¿Qué es de tu vida? - ¿Tienes novia?

Preguntas como esas inundaron su conversación, caminando por esos senderos de gran vegetación, en medio de la selva.
De pronto ella tropezó y él la sostuvo de la mano para que no cayera y así con las manos entrelazadas sin soltarse ni dejar de verse, acercaron sus labios fundiéndose en uno de los besos más apasionados como nunca antes habían sentido.
Fue esa inmensa selva verde, que guarda el Alma del Mundo, el Alma del Amor, la que les devolvió el Amor al mundo, el de ellos.


Ññññññññññññññññiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Puff!!!!!!!!

Las llantas rechinaron sobre el asfalto mojado. Fue ese rechinido tan fuerte lo que la despertó. Cuando se incorporó se dio cuenta de que aún estaba en el bus camino a Petén junto a su amiga Rosario. Todo había sido un sueño. O un deseo.
"Algún día" pensó para sus adentros. Cerró los ojos e intentó dormir nuevamente tratando de descansar y de soñar con Fernando otra vez.

FIN

Sonia Marcela Lemus Alfaro

Lee más publicaciones de: Viajes y turismo