Mi primer viaje a Tikal, en auto (año 2001)

27 de Abril 2020

Para el 2001 había visitado diferentes destinos de Guatemala y era el momento de Tikal: templos que sobresalen entre la selva petenera alimentaban mi curiosidad. Ya no era posible aterrizar en Tikal, se aterrizaba en el Aeropuerto Internacional Mundo Maya a kilómetros por muchas razones... yo igual no tenía dinero para un vuelo y mis opciones eran bus o usar mi primer automóvil, un bus me restaría libertad así que como muchos me aventuré solo, como llevaba años planeándolo.

Mi primer viaje a Tikal, en auto (año 2001)

¿Por qué viajar solo a Tikal?

TODOS querían ir a Tikal pero ninguno tenía claro cuándo, muchos no se apuntan si no va tal o cual amigo(a), primo(a), vecino(a), etc. Otros porque si va tal o cual no quieren ir, muchos decían una fecha y luego la cambiaban, pensar en bus era discusión pues querían de lujo, otros bus barato pero al final ninguno se decidía. Luego que había que darles jalón, a otros ir por ellos y ninguno tenía dinero ni para Q25 de gasolina, no era pobreza: era el clásico pretexto de muchos guatemaltecos sin palabra que quieren viajar de gratis. En fin aprendí a tiempo y decidí hacer mis planes sin contarle a nadie.

Quería conocer Tikal a mi ritmo y observando todos los detalles que se me ocurrieran, tomar muchas fotografías, y además hacer este viaje en grupo con guatemaltecos tristemente por razones culturales suele ser una pesadilla.

Luego de las revisiones necesarias y equiparme con comida, carpa y demás, salí a las 3 p.m. desde la Ciudad de Guatemala rumbo Carretera al Atlántico y llegué a Izabal, donde pasé la noche en un hotel sencillo donde me cobraron alrededor de Q100 por la noche. Para cenar caminé por la carretera hasta encontrar un puesto de comida instalado en lo que parecía una garita de control. Ahí paraban conductores de trailers (camiones) a comer. La cena fue enorme: frijoles, huevos, queso, crema y tortillas por unos Q15. Retorné al hotel y continué mi viaje temprano por la mañana para desayunar ahí mismo.
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El tramo de Izabal hacia Petén era totalmente nuevo para mi: planicies con pequeños cerros en los costados, pocas curvas y segmentos largos sin distracciones, entre más al norte menos vistas de montañas, hasta que desaparecieron por completo. Durante la ruta vi letreros hacia otros destinos que añadí a mi lista de viaje pues en este no podía parar. Pasé por el acostumbrado y obligatorio puesto de revisión previo a Poptún donde verifican que los viajeros no transporten frutas al norte, esto se hace para evitar la propagación de plagas. Luego circulé alrededor de una pista de aterrizaje también en Poptún, y finalmente llegué a Petén, visité la Isla de Flores y me hospedé en algún lugar muy sencillo que no logro recordar el nombre, muy muy barato. A la mañana siguiente viajé temprano hacia el Parque Nacional Tikal para ingresar a las 6:00 a.m. un día domingo.

El ahorro fue parte de la aventura: entrada gratis

Viajar con recursos abundantes y lujos no es lo mío (además no tenía dichos recursos), desde niño disfruté viajes donde cada detalle debía considerarse y esta no fue la excepción. Entre más tienes más subestimas lo pequeño. Busqué comida barata y lugares donde la cama era lo básico, cero quejas, total uno no viaja para encerrarse en hotel. Partí hacia el Parque Tikal desde Flores temprano por la mañana pues siendo guatemalteco y con la identificación debida entraría gratis a Tikal. Eran las 6:00 a.m. y un grupo de militares resguardaba el ingreso. Abrieron y al cruzar, guardias del Parque de Tikal hicieron la revisión respectiva, tomaron datos y entré gratis. Como en muchos países el turista local paga menos o entra gratis según el caso.

Lo que seguía era una ruta asfaltada por un área de amortiguamiento (no urbanizada y rodeada de selva). Existe límite de velocidad establecido para proteger las especies que cruzan el camino. Acá en distintos viajes pude observar pavos salvajes, diferentes aves que no pude identificar, oropendolas y lo que me pareció era un águila de gran tamaño remontando vuelo en plena ruta con algo en su pico que no pude distinguir.
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Desayuno en Tikal

Al terminar esta ruta llegué a un segundo control de ingreso. A pocos metros hay diversos comedores y restaurantes, ahí desayuné por unos Q18 (año 2001). En los árboles afuera se podía ver pizotes (Nasua Narica) entre las ramas, y otros en el suelo explorando.

Al finalizar continué hacia el parqueo previo al ingreso turístico. Habían autos 4x4, otros tipo sedán y muchos microbuses ya transportando turistas. Hacía calor y de la nada salían personas ofreciendo visitas guiadas, taxi y servicios turísticos. Ingresé y pronto el sendero quedó cubierto por follaje de árboles selváticos, ceibas y vistas de oropendolas (aves con nidos colgantes) que abundan en el área. Como de costumbre caminé rápido y rebasé a todos los turistas y me adentré en el Parque Tikal con mi cámara fotográfica. 
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¡Tikal es grande!

Los atractivos principales de Tikal son famosos, pero el área entera, arqueológica y selvática... es enorme. Con un mapa tracé la lista de los atractivos que deseaba visitar. Caminé rápido y cubrí todo lo que me interesó. Tikal tiene sitios en conglomerados cercanos y lejanos, aparte de áreas arqueológicas bastante alejadas del circuito turístico. Con los años por venir en distintos viajes visité la mayoría, incluyendo Uaxactún, sitio arqueológico cercano. En esta nota no hablaré de arqueología, solo de la sorpresa de visitar Tikal, además para este viaje que era la primera vez sabía muy poco de temas arqueológicos, era un turista común.

Hacía calor y elevada humedad. Recomiendan ir preparado porque en cualquier momento puede llover y así es. Lo más interesante de esta primer visita fue la Gran Plaza y Acrópolis Norte, el Templo I, II y el IV. Cada área tiene su encanto, pero esto fue lo que más me gustó. Con los años aprendí a observar e identificar más detalles, así fue aumentando mi sentido de apreciación del resto de Tikal.
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Caminar y caminar

Lo que más me ayudó a conocer Tikal fue mi estado físico pudiendo caminar casi sin pausas, subir y bajar de los templos mayas (los permitidos) y recorrer los senderos. Para ese año (2001) subía entre 2 volcanes al mes, unos por conocer y otros por simple afición y entrenamiento en forma (claro que subí varias veces los mismos).

Qué pena no tener una mejor cámara

Para el 2001 había mucha vida selvática: monos araña, monos aulladores, oropendolas por todos lados, pizotes en pleno parque explorando y otros pidiendo comida a los turistas, y más. Incluso vi lo que parecía un coyote en uno de los templos (sí, hay coyotes). Había vendido mi cámara fotográfica de rollo (película) y contaba con una de las primeras cámaras digitales de aquel entonces... era de lente fijo y poco zoom, por esto estuve muy limitado en el tipo de fotos que se pueden tomar a la vida salvaje. En otros años recorrería Tikal con una mejor cámara y con toda la intención de tomar foto de la mayor cantidad de templos mayas posible.
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Monos aulladores

En ése entonces era bastante común disfrutar del impresionante grito de los monos aulladores, son monos territoriales que pueden emitir un grito muy fuerte que se escucha a kilómetros de distancia. Además vería numerosos monos araña incluyendo hembras con sus crías de rama en rama.

Valió la pena

Totalmente. Como atractivo turístico no defraudó, es más este sería uno de varios viajes a Tikal. Viajar solo me permitió explorar cuanto quise sin pausas, y el tema arqueológico era un despertar, para ese entonces había leído solo un par de libros sobre arqueología maya y seguirían más. Lo que traje como colección fotográfica valió la pena absolutamente, pero más de esto en otra historia.

El Remate

Al finalizar mi visita a Tikal me trasladé a El Remate, un conglomerado de restaurantes hoteles a la orilla del Lago Petén Itzá, donde cené y disfruté de una fresca noche. Posteriormente iniciaría mi viaje de vuelta a la Ciudad de Guatemala. Fue de los últimos viajes que hice como turista normal, desde entonces viajaría de noche o madrugada, y haciendo paradas en cuanto lugar se podía conocer para aprovechar la ruta.

Lo que más me gustó

Yo tenía sumamente idealizado a Tikal, muchas historias me hicieron creer que los templos eran exageradamente altos, y sí son altos, sobresaliendo entre la selva, es impresionante pero me dio mucha perspectiva, realismo. Tikal como destino turístico: lo máximo. Como sitio de interés arqueológico: imposible no regresar y de hecho regresé varias veces. Y el viaje como tal admito que fue un lujo que me di con poco presupuesto y algunas limitaciones, pero lujo al fin. Ya había viajado en excursión con amigos(as) pero conocí las limitaciones de viajar en grupo: no todos(as) están dispuestos a madrugar, apegarse a un horario de comidas, caminar, o incluso pagar cuando hay que pagar un servicio. Esto incluye personas que aunque viajan y son divertidas: no dejan de quejarse. 

De la montaña a la selva

Tikal me gustó mucho, en ése entonces no lo sabía pero despertó un interés muy grande por la selva, y en los años por venir me adentraría más y más en la selva petenera y de toda Mesoamérica, pudiendo apreciar tesoros arqueológicos sorprendentes y vida salvaje que nunca imaginé ver de cerca, desde aves, arañas gigantes hasta cocodrilos. Mi pasión por años ha sido la montaña, pero la selva me resultó igual de interesante.

Fue mi primer viaje largo y lejos por mi cuenta

Y eso fue lo que más... más me gustó, la experiencia de preparar equipo y auto para recorrer largas distancias, conducir de noche, de día, sin pretextos, visitar lugares poco poblados, probar comidas nuevas, adentrarme entre senderos. Creo que muchas personas tienen sueños de visitar atractivos turísticos como un parque de diversiones en Estados Unidos (digamos Disney World) y eso está bien, requiere un grupo, en cambio otros viajes son un puro deleite personal, uno solo. Comprendí más los puntos de vista de arqueólogos que pude conocer y los desafíos de trabajar en la selva.
Pero sobre todo disfruté estar en paz: conmigo mismo. El poder viajar manteniendo un diálogo interno y maravillándome por cosas que no se pueden comprar, cultivando la capacidad de viajar siendo yo mismo sin pretender ser alguien diferente, a adaptarme y probar cosas nuevas, y regresar con nuevas vistas para viajar más lejos por mis propios medios. ¿Conocer Tikal en tren o en trolley? no, me gusta caminar con mis propios pasos.
Estos eran tiempos en que veías cámaras fotográficas profesionales en manos de viajeros, también cámaras horribles y espantosas, pero no veías gente tomando selfies para decir "estuve aquí". Yo no sentía necesidad de contarle a nadie, "yo estaba ahí", daba gracias a Dios por permitírmelo y esto bastaba.

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