17 de Julio 2015
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Crónica de un viaje hacia el Lago de Atitlán desde el occidente de Guatemala para disfrutar de hermosas vistas entre volcanes y colorido amanecer junto al Lago.
Lago de Atitlán
Un día, sin mucho ajetreo en la oficina, con mi hermano empezamos a recordar cuál había sido nuestra última vez en visitar Panajachel con la familia y llegamos a la conclusión que habían pasado ya más de 7 años. Lo cual nos motivo a planear un viaje sorpresa con toda la familia a tan hermoso y único lugar en nuestra Guatemala. La búsqueda empezó, y necesitábamos una casa que estuviera a orillas del lago y donde toda la familia estuviera cómoda.
Sin mucho esfuerzo encontramos la casa en la ubicación perfecta, con la mejor vista de los volcanes, el imponente lago y claro sin dejar de mencionar la arquitectura de la casa y sus jardines.
Ya la familia estaba enterada de la sorpresa y todos, maletas en mano emprendimos el viaje.
Desde Coatepeque hasta Atitlán
Salimos el 29 de agosto por la tarde rumbo a San Pablo La Laguna, Atitlán, nos fuimos a Quetzaltenango por la carretera de Colomba, Costa Cuca, (vivimos en Coatepeque). Ya en Quetzaltenango, tomamos la carretera Interamericana para llegar al kilómetro 148. Allí encontramos un desvío que nos conduciría a Santa Clara para llegar a nuestro destino final, San Pablo La Laguna.
Todo el recorrido estuvo lleno de bellos y pintorescos paisajes, con un clima exquisito.
¡Hemos llegado a la casa! y desde yá, disfrutábamos de una vista fascinante del lago. Al amanecer toda la familia lista en el muelle para apreciar la salida del sol y aprovechar al máximo nuestra visita a San Pablo.
El sol empezó a calentar y todos ya listos para darnos el “chapuzón” en el lago. Luego disfrutamos de un delicioso almuerzo a la orilla del lago. Estuvimos por dos días en San Pablo y luego partimos hacia Panajachel por la misma carretera Interamericana.
Calle Santander
Calle Santander en Panajachel
Allí en la calle Santander, las compras no se hicieron esperar, desde las pinturas, vista de pájaro y vista de hormiga, hasta los monederos que mis sobrinos llevaron a sus maestras.
Todo el viaje fue mejor de lo planeado, los paisajes, nuestra gente, la gastronomía, todo permitió que regresáramos felices y orgullosos de ser guatemaltecos.
Cristy Argueta González
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