19 de Julio 2015
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El Volcán de Pacaya, a pocos minutos de la ciudad Capital de Guatemala, sigue en actividad. Ahora, con nuevas salientes de lava, proporciona una experiencia que no debes perderte. Los ríos son visibles a corta distancia con seguridad, visítalo.
La cantidad de personas fue sorprendente, y en algunas partes se hacía cola en los senderos.
Un sendero amigable y ya familiar nos recibe en nuestro ascenso al volcán activo de Guatemala más famoso en el mundo: el Pacaya.
Lleva ya varios meses en actividad renovada. Su cono ya no es escalable por razones de seguridad, pero las salientes de lava que se presentan en la parte baja, te permiten acercarte tanto como quieras, de hecho en nuestro ascenso nocturno pudimos sentir el olor a carne asada que de seguro algún curioso quiso intentar colocar. (no nos crees? ve y observarás otras cosas más que tampoco creerías).
Talvez leas esta nota solo por curiosidad o porque "sueñas" algún día subir pero no te animas y te basta ver las fotos. Pues no existe pretexto porque encontramos durante el ascenso y descenso, entre la multitud, señoras y señores de avanzada edad, incluso con bastón. Algunas personas ascendieron a caballo, o "taxi" como amigablemente se les llama.
En cuanto a niños, encontramos una gran cantidad, algunos tan pequeños que iban en brazos aún. Ni qué decirles de varias mujeres embarazadas. (claro, según los meses de embarazo no es recomendable, depende.)
En retrospectiva, subió una gran cantidad de personas y el parqueo se encontrababa abarrotado.
¿Muy lejos?
Para nada. Cuarenta y cinco minutos aproximadamente, te conducen desde la ciudad hasta el Volcán. El ascenso dura al menos una hora dependiendo de tu condición física. Dicho ascenso es entretenido y alegre, y sobre todo, es de baja dificultad.
Lo primero que se divisa desde el primer mirador, que da una excelente vista a Calderas, es la iluminada ciudad que dejas atrás. Vale la pena mencionarlo pues es una agradable vista. Pero el sendero continúa hacia una experiencia mayor.
El cielo se pinta de rojo
Al llegar al cerco final, donde se encuentran unas mesas para comer y espacio para acampar, verás que la lava se ha abierto paso hasta ahi.
El sendero original que continúa desde esa parte ya no es visible, pues la lava lo ha cubierto. Todos pasamos unos minutos de desconcierto al no saber con precisión por dónde continuar. Lo más sencillo era acercarse en línea recta y cruzar la lava seca, cierto? nada que ver. La lava aparentemente seca resguarda bajo su inocente apariencia lava encendida, incluso corrientes. Sin dificultad pudimos sentir el calor y pronto encontramos el sendero que continuaba por la izquierda.
Lo primero que nos saltó a la vista fue la vista de siluetas de personas comentando la maravilla de la lava y el cielo pintado de rojo por el color característico de la lava.
En algunas partes con grama, familias o parejas descansaban con las luces apagadas no solamente viendo el panorama, sino también disfrutando de la cálida atmósfera que proporcionaba en contraste con el viento.
Pero más adelante se encontraba lo mejor.
Lava por doquier
En anteriores ocasiones habíamos ascendido con distintos grupos de amigos, y lo normal era un río de lava, o la tremenda masa que anteriormente se abría paso con diferentes partes iluminadas.
Ahora era distinto. Se alcanzaban a ver ríos de lava por doquier y la hondonada antigua, donde cientos de personas escribieran sus nombres con rocas, estaba completamente cubierta.
En cada parte iluminada se podía observar un buen grupo de personas jugando, tomándose fotografías y disfrutando del calor. Por momentos el viento sopla en contra, acarreando el calor consigo y haciendo vibrar la lava encendida. En esos momentos todos guardaban un silencio de respeto y de alerta. Luego, las sonrisas y bromas aparecían de nuevo.
¿Qué tan cerca?
Un afluente brillante y vivo nos deleitó con su magnificencia. Luego de unos momentos, la intimidante lava ya parece inofensiva y nos es más familiar. Está tan cerca, abriéndose camino, que la puedes tocar si lo deseas.
Varios niños y adultos insertaban troncos y ramas en las partes más vivas de la lava, y la madera ardía instantáneamente sacando miles de chispas. No era precisamente una antorcha, sino, recuerda a los fuegos artificiales de navidad. Arde con fuerza.
Extranjeros y nacionales disfrutamos en esta ocasión, y fue tanta nuestra sorpresa, que decidimos programar un nuevo ascenso para poder ver en realidad la magnitud de los ríos, que sin duda, han cambiado por completo al paisaje.
Si vas a visitar el Pacaya
Recuerda llevar suficiente agua, un poco de comida, y a pesar del calor, nunca sobra chumpa por si llueve, o bien, la verás útil cuando te proteja incluso del calor intenso al acercarte.
La entrada cuesta Q10.00 para nacionales, puedes alquilar un caballo para subir con menor dificultad. Si subes de noche, no olvides llevar una BUENA linterna y NO separarte de los grupos. La Cruz Roja guatemalteca, ha advertido de personas que se han extraviado por no conocer el lugar, y de igual forma, el lugar NO ES EL MISMO. Verás que los senderos se encuentran cubiertos y es necesario desviarse en varios tramos.
Sigue a los grupos, atento a los guías y disfruta esta belleza. No la subestimes, muchas personas han viajado desde el extranjero solo para verlo.
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