30 de Junio 2015
Relato de mi viaje al Volcán Tajumulco hace algunos años. Una de las mejores experiencias principalmente por ir sin saber cómo llegar.
Amanecer desde la cima de Tajumulco. Primero nos informamos un poco en la federación de andinismo de Guatemala, aunque lo único que dijeron fue "si se pierden sigan para arriba".
Así que compramos boletos para San Marcos en transportes Marquensita, en las pulman para ir cómodos. Los compramos por anticipado por aquello de que no hubiera el mero día, buena decisión porque cuando llegamos a las 6 Am a los transportes ya no habían boletos para esa hora.
Abordamos el bus 3 amigos y yo, después de unas 4 horas y media de viaje que no puedo relatar porque estaba dormido, llegamos a San Marcos. Disfrutamos un poco del lugar mientras averiguábamos como se llegaba a Tajumulco, como era semana santa y era viernes, tuvimos la suerte de llegar justo después de que se fuera el último Bus a Tajumulco de la semana (o así nos dijeron).
Tacaná desde la ladera de Tajumulco En ese tiempo, que fue hace varios años, en ese cruce no había nada más que tierra y piedras. La carretera seguía en terracería hacia arriba por la derecha, hacia Ixchiguán y Tacaná hacia abajo a la izquierda. A los lados, a la derecha un barranco bastante respetable y a la izquierda y entre los dos caminos, unas montañas bastante quisquillosas.
No teníamos idea de dónde nos encontrábamos, pero estábamos felices del paisaje de ese lugar, era un poco más de las doce del medio día y las nubes estaban a la altura de la carretera, se sentía un frío delicioso que nos animaba a seguir adelante.
Justo enfrente de nosotros un rótulo bastante grande decía "Tajumulco 10 km" y tenía una flecha se señalaba el camino descendente, nos pareció raro que fuera hacia abajo, pero no le dimos importancia, pensando que llevaba a las faldas del volcán y empezamos a caminar.
Pasaron las horas y seguíamos bajando, ya estábamos cansados, pero regresar era peor, continuamos sólo buscando un lugar para acampar que no estuviera muy expuesto. Al rato pasó un camión y nos dio jalón hasta Tajumulco, ¡pero sorpresa!, no era el volcán, era el pueblo, a 10 kilómetros del volcán.
Frustrados y cansados buscamos un hotel para dormir, sólo había una pensión y como no llevábamos mucho dinero nos dejaron dormir en una bodega que tenían, desde donde se veía en todas direcciones, montañas oscuras y tenebrosas. Ahí cenamos de nuestras provisiónes y dormimos.
A las 4 de la mañana del siguiente día, delatados por los perros que ladraban dando alarma de nuestra presencia, volvimos por la misma ruta por la que la noche anterior habíamos llegado a aquel pueblo, El frío era inquietante, pero no tanto como la tristeza de no haber logrado el objetivo, a pesar de eso, aprovechamos para tomar algunas fotos y admirar un pequeño río que nos acompañó por un rato.
Siete horas después estábamos nuevamente en el cruce a Tajumulco, sin nada más qué hacer decidimos tomar algunas fotos del paisaje y subir a unas pequeñas colinas que estaban al lado del camino. Pero cada vez que subíamos a una, había detrás otra más alta a la que subíamos también, hasta que una de ellas nos presentó la magnífica imagen del coloso Tajumulco retando nuestras fuerzas y determinación.
Cima de Tajumulco, atrás el mar. De pronto estábamos caminando hacia la cresta de este señor que nos llamaba como el imán llama las esquirlas de hierro entre la tierra. Fueron 8 horas de camino entre pequeños bosques, colinas que engañaban la vista y nos hacían pensar todo el tiempo que ya faltaba poco.
En medio de las dos cumbres de Tajumulco, en esa dirección a lo lejos el mar Valles llenos de nubes que circulaban frente a nosotros como rebaños de ovejas blancas listas para trasquilar y hermosas vistas al vecino volcán de Tacaná. Más o menos a las 8 pm terminamos nuestra travesía, cansados pero satisfechos de haber visto una de las mejores escenas que existen en Guatemala.
Lo mejor de todo, la gente amable y servicial de San Marcos, las vistas increíbles, el anochecer y más todavía, el amanecer a mas de 4,000 metros sobre el nivel del mar. Si quieren deleitar la vista y respirar aire puro, visiten este coloso, el lugar más alto de Centro América y ubicado aquí en Guatemala.
Víctor Barillas
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